Está claro que disponer el mate para
ser cebado no es una ciencia ni, mucho menos, exacta. Cada quien tiene su
técnica y todas son respetables. Del mismo modo, hay tecnicismos que cambian su
significado según quién los utilice.
He escuchado decir que “ensillar el
mate” significa tirar un poco de la yerba ya lavada y reemplazarla por nueva
para que siga “tirando” el sabor. Sin embargo, a eso otros le llaman "bosteado". Yo me anoto entre aquellos para
quienes ensillar el mate es prepararlo desde cero para comenzar a cebar ya sea
para tomar uno mismo o compartirlo en ronda. ¿Cómo se hace? Esta es mi manera,
que no es la única ni tampoco la mejor. Simplemente es la que más me gusta.
Ensillado
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En cuanto al
recipiente a usar, prefiero las calabazas de boca ancha. Puede ser también de
madera torneada o la cáscara de un coco pequeño, con la boca hecha en el
extremo donde tiene los tres ojos.
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La yerba se moja de un solo lado. |
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Verter yerba
hasta completar unas tres cuartas partes.
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Tapar la boca
con la palma de la mano (que, de ser posible, nos habremos lavado previamente…)
e invertirlo agitando suavemente para que el polvillo de la yerba quede arriba
al enderezar el mate.
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Inclinar
levemente el mate y con un dedo aplastar la yerba contra uno de los costados.
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Enderezar
despacito el mate y en el hueco volcar un poquito de agua sin llenarlo. Puede
ser tibia o temperatura natural, pero no caliente.
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Dejarlo dos o
tres minutos para que se absorba.
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Luego, colocar
en ese hueco la bombilla tomando la precaución de tapar la boquilla con el dedo
pulgar. Asegurarse que llegue al fondo.
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Cuando el agua
que previamente hemos puesto a calentar haya alcanzado los 80-85 grados,
pasarla a un termo o, como prefiero yo, comenzar a cebar.
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El cebado se
hace dejando caer lentamente el choro de agua sobre el cuerpo de la bombilla,
de manera que se deslice por ella hasta llegar a la yerba.
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Ponemos agua
hasta que la espuma corone la parte hueca
de la yerba.
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Cuando haya
perdido espuma y sabor, sacamos la bombilla y tapando la boquilla con el dedo
la hundimos en la parte de yerba seca para seguir cebando.
El agua
Lo de la temperatura del agua es un tanto azaroso
hasta que cada uno conoce el comportamiento de su pava y su cocina. Y
naturalmente que también tiene que ver el gusto de cada uno: hay quien prefiere
el mate con agua hirviendo (la yerba se lavará mucho antes) y hay quien lo toma
casi tibio.
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Mate de calabaza con pava de arriero. |
Suele decirse que cuando la pava “canta”, el agua
está a punto. Pero eso no se cumple con todas las pavas. Lo más recomendable es
observar cada tanto el interior de la pava y cuando vemos que el fondo se
enturbia por minúsculas burbujas (los gorgoritos), es el momento de sacarla del
fuego.
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El termo, aliado en los viajes. |
Los más sensibles al tacto reconocen este momento
tocando suavemente la manija de la pava y percibiendo una leve vibración,
producto del agua que se acerca al hervor. Otros, con sólo ver el
comportamiento del agua al verter un chorro, saben si está a punto, le falta
temperatura, o está pasada. Experiencia, que le dicen.
Pava o termo
El cebado con pava permite dirigir mejor el flujo
de agua. La técnica requiere de una pava “matera”, es decir con pico no muy
grande y con labio chico. Para manejarla, se toma la manija con la palma de la
mano hacia arriba y los tres dedos del medio rodeando el asa. Espulgar y el
meñique son los que dirigen la posición de la pava, inclinándola suavemente
para que el chorro no sea grande y moje toda la yerba de una vez.
Si bien prefiero la pava al termo, está claro que a
menudo -como durante los viajes- recurro a la botella térmica priorizando la practicidad frente al
placer.
29 ago 18