Naturalista y botánico, Augustin François César Prouvençal Saint Hilaire nació
en Orleans, Francia, en 1779. Entre 1816 y 1822 realizó su primer
viaje a Sudamérica, tierra que lo embriagó y lo vio desembarcar nuevamente en
1830. El sur y el centro del actual Brasil fue el área que más exploró y volcó
sus conclusiones y descubrimientos en varios libros y escritos que siguen
siendo consulta obligada para los científicos de la materia.
Se encaminó hacia el sur de Brasil
y recorrió desde Rio de Janeiro a São Paulo y Porto Alegre. Ingresó
en la Banda Oriental
y llegar a Montevideo. Desde allí hacia el norte bordeó el río Uruguay rumbo al
territorio de las antiguas misiones jesuíticas del Paraguay.
Sólo en su expedición inicial recorrió unos
Así, entonces, “ilex paraguariensis A.St.-Hil”, se
conoce a la yerba mate desde 1822 y ninguna otra variedad de la familia ilex puede ser considerada “yerba mate”. Don Augustin murió en su ciudad natal en septiembre de 1853 sin saber
que el objeto de su estudio por estas tierras sería uno de los objetos más
preciados para los amantes del mate.
Casi simultáneamente al trabajo
de Saint Hilaire, su compatriota Nicolas Charles Seringe describía y
clasificaba en 1825 a
la lagenaria vulgaris, la planta cuyo
fruto seco constituye la calabacita
matera o porongo. Hay quienes dicen
que las casualidades no existen. Visto con ojos de hoy, podría pensarse que los
franceses se perdieron el gran negocio del siglo al no vincular ambos estudios
y presentar la gran novedad para el consumidor: el recipiente y el contenido a
los que sólo les faltaba la bombilla y el agua caliente para convertirse en
nuestro querido mate. Un mercado que por entonces no existía, claro.