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jueves, 23 de agosto de 2018

Cuidado del mate


            Tan importante como el curado es el mantenimiento de la calabaza (o el recipiente que usemos para tomar mate). Solemos dejar de cebar y olvidar el mate con la yerba húmeda dentro hasta la próxima vez que, en algún caso, puede ser de algunos días.

            Eso atenta contra la salubridad del tomador además de la de la calabaza. Los cuerpos húmedos tienden a favorecer la generación de hongos que darán un sabor ácido a todos los mates que cebemos en ella en lo sucesivo. La manera de sacarlo la veremos en otra oportunidad. Ahora nos centraremos en el modo de evitarlo.

            Siempre es recomendable vaciar el mate luego de finalizado el momento de tomar. Tratándose de mate amargo, podemos vaciarlo y dejarlo que se seque solo si el ambiente no es muy húmedo. Esa yerba residual colabora a que la calabacita (o lo que sea si es de material poroso) siga tomando sabor, se siga “curando”. Al día siguiente, cuando vayamos a prepararlo nuevamente, bastará con sacarle con el dedo la yerba seca que haya quedado adherida.

            Claro que si se cebó con mate dulce o con yerba saborizada lo recomendable es vaciarlo y enjuagarlo antes de guardarlo. El azúcar y algunos yuyos fermentan con facilidad y arruinarán el recipiente.

            Otra cosa: si se trata de un mate de calabaza, madera o caña no se nos ocurra lavarlo con detergente o jabón. Éstos le transferirán su sabor y será bastante desagradable sentírselo al mate.

viernes, 17 de agosto de 2018

De Hernandarias a hoy, pasando por Andresito


Mi nebulosa es cuándo empezó a ser parte de mí. Desde cuándo lo incorporé a mis hábitos más sentidos, a mis costumbres de cada día. No porque acostumbre a tener el mate siempre ensillado, como en muchas casas. No es mi caso.

Pero sí es una preferencia por encima del té o del café. Preside el encuentro con amigos, acompañó mis noches extendidas que acabaron siendo mis libros, le pone sabor a los kilómetros recorridos, a las horas de trabajo, a los atardeceres ociosos...

Así de misterioso es el mate para nosotros, los de este rincón del mundo, afortunados por venir disfrutándolo desde antes de la llegada del europeo a estas costas cuando el resto del mundo recién lo está empezando a descubrir.

Monumento al comandante Andresito en Posadas, Misiones
(imagen tomada de internet).
Pero para ello hubo de recorrer una larga historia. El 20 de mayo de 1616, el gobernador de Buenos Aires Hernando Arias de Saavedra -Hernandarias-, hizo publicar un bando en el que prohibía la yerba mate en cualquier uso.

Sugestión clara del demonio”, “vicio abominable y sucio que es tomar algunas veces al día la yerba con gran cantidad de agua caliente” que “hace a los hombres holgazanes, que es total ruina de la tierra y como es tan grande temo que no se podrá quitar si Dios no lo hace”. Así era referida, por aquí y por allá, la costumbre de tomar mate en los inicios del siglo XVII. La cosa no era tan mala, al parecer, o Dios no pudo con ella.

Elemento tan emblemático de los argentinos como es, el mate merecía contar con un día en el calendario y desde 2015 tiene su Día Nacional cada 30 de noviembre, en recuerdo del nacimiento de Andrés Guaçurarí y Artigas, el único gobernador indígena de Argentina –guaraní, para más datos–, que llegó a dirigir los destinos de la provincia de Misiones entre 1811 y 1821. Se lo conoce más por el apelativo de Comandante Andresito, y nativo de Santo Tomé, Corrientes, en 1778. Una yerba lleva su nombre por marca.