Tan
importante como el curado es el mantenimiento de la calabaza (o el recipiente
que usemos para tomar mate). Solemos dejar de cebar y olvidar el mate con la
yerba húmeda dentro hasta la próxima vez que, en algún caso, puede ser de algunos
días.
Eso
atenta contra la salubridad del tomador además de la de la calabaza. Los
cuerpos húmedos tienden a favorecer la generación de hongos que darán un sabor
ácido a todos los mates que cebemos en ella en lo sucesivo. La manera de
sacarlo la veremos en otra oportunidad. Ahora nos centraremos en el modo de
evitarlo.
Siempre
es recomendable vaciar el mate luego de finalizado el momento de tomar.
Tratándose de mate amargo, podemos vaciarlo y dejarlo que se seque solo si el
ambiente no es muy húmedo. Esa yerba residual colabora a que la calabacita (o
lo que sea si es de material poroso) siga tomando sabor, se siga “curando”. Al
día siguiente, cuando vayamos a prepararlo nuevamente, bastará con sacarle con
el dedo la yerba seca que haya quedado adherida.
Claro
que si se cebó con mate dulce o con yerba saborizada lo recomendable es
vaciarlo y enjuagarlo antes de guardarlo. El azúcar y algunos yuyos fermentan
con facilidad y arruinarán el recipiente.
Otra
cosa: si se trata de un mate de calabaza, madera o caña no se nos ocurra
lavarlo con detergente o jabón. Éstos le transferirán su sabor y será bastante
desagradable sentírselo al mate.