jueves, 11 de marzo de 2021

Falta poco


Con mucha alegría -y con emoción- les cuento que hoy entra en imprenta Mate en mano, autoría de este servidor. Tras la eternidad de apenas las próximas tres o cuatro semanas tendrá cuerpo de papel, alma de mate. 

Acá les adelanto contratapa y tapa, en ese orden. 

martes, 26 de enero de 2021

El mate del recluta



         Allí, disimulado entre casi un centenar de mates casi todos de calabaza, asoma su manijita curva mi mate de la colimba. Típico mate jarrito de chapa esmaltada, medio panzoncito, color marrón y como granulado, “picao de viruela”, diría el tango.

 

         Con muy poco uso –por fortuna- fue una de mis grandes y escasas adquisiciones durante los casi nueve meses entre 1979 y 1980 en que estuve bajo bandera. Me había tocado como destino ser encargado de uno de los dos parques automotores de la Compañía B del entonces B. Com. Cdo. 601, actual Agr. Com. 601 de City Bell y ese puesto me otorgaba lo que todo conscripto anhelaba: un lugarcito casi propio donde estar, donde tener sus pertenencias a salvo y sentirse alguien por lo menos por un rato en ese mundo verde oliva donde todo lo que se mueve se saluda, todo lo que está quieto se pinta.

 

Anecdotario aparte –un ex soldado se entusiasma y sobrelimita rememorando momentos que a nadie más que a él le interesan-, el matecito en cuestión formó parte ese tiempo en que no fui parte de la tropa en general, porque por razones que no vienen al caso, meses después pedí pasar a ser parte del montón: guardia día por medio y salir franco cada 48 horas.

 

Lo había comprado en la cantina del Batallón, esa especie de kiosco-almacén-bar que regenteaba el Gallego Fernández (¿o García?) junto a sus hijos. El mismo que aplicaba precios sin anestesia sobre productos sin cualidad; el que cuando uno se quejaba de la calidad o la cantidad del salame del sándwich recomendaba ir a comprarle “al de enfrente”, a sabiendas de que no había otro que él dentro de la unidad militar de la cual, por lo demás, uno no podía salir.

 

Así fue que un día le compré el matecito de lata que fue mi compañero de descansos y noches alertas. Sin pensarlo fue mi confidente en un breve interregno de mi vida indeseado pero aceptado. Junto con él había comprado una mínima bombilla de hojalata, de esas con un cilindro con ranuras que sirve de filtro y que va sujeto con un tornillo tanque en el extremo inferior. No recuerdo qué destino tuvo, pero es muy posible que haya sido abducida por manos ajenas.

 

Mi “búnker” no era más que un rincón del galpón que oficiaba de cochera de los vehículos de la Compañía B, delimitado a la vez por dos muebles batallados por los años y las angustias de reclutas precedentes, donde podía encontrar tres o cuatro ejemplares de Dartagnan, Nipppur de Lagash y algún otro título semejante. Un paraíso para cualquier colimba, excepto cuando algún suboficial lo visitaba con intenciones de no ser encontrado o de que se le ceben buenos mates.

 

La yerba era todo un tema. El Gallego vendía alguna marca conocida de la época –posiblemente Taragüí- inalcanzable por el precio, y otra de esas para el olvido pero más accesible para el ralo bolsillo del conscripto. Lo cierto es que el paquete se vaciaba más por “prestarlo” que por cebarlo y por lo general era algún cabo o cabo 1º quien frecuentaba el parque automotor en busca de la infusión. Alguna vez, en una fría madrugada de guardia, el mate que debía cebarle al Cabo de Cuarto era ya impresentable y ante la realidad de que no había yerba para cambiarla, su respuesta fue: “Ese es problema suyo, soldado. Haga que el mate tenga espuma”. Me fui afuera y regresé con un mate rebosante de burbujas; había conseguido generar bastante saliva en mi boca para remendar la infusión.

 

De esas cosas y muchas otras fue testigo directo mi mate de la Patria, jarrito picado de viruela. Fe valiente aquella noche en que todo se iluminó con luces de bengala, tableteaban los fales y las 9 mm del otro lado de la pared y las ratas corrían por los tirantes donde se despertaban y revoloteaban los murciélagos. Él y yo con un cuchillo desafilado como único arma. Rato después supimos que se trataba de un simulacro de copamiento del cuartel, pero el susto no nos lo sacaba nadie.

 

Con tantas historias como esa, ¿cómo dejar al recluta matero clase 1960, olvidado entre camiones, jeeps y baterías viejas? Conmigo salió por última vez una tarde por Puesto 1. Pasó a reserva, como yo. No recuerdo si volví a cebarlo alguna otra vez; no sería mala idea hacerlo: tengo algunos recuerdos de aquel año ’79 para compartir con él.

 

sábado, 19 de diciembre de 2020

Embolsando yerba

 

 

Estuve embolsando yerba. Plantines de yerba mate que tenía en latas oxidadas, sin sacarlos los puse con más tierra en bolsas de tela de... ¡yerba mate!

lunes, 5 de octubre de 2020

...Y demás yerbas



Las muchas marcas de yerba mate y sus diferentes variedades son un mundo cuasi desconocido a Buenos Aires y alrededores. Además de las populares en el gran mercado, aquí están las que he probado en su mayoría y que son, sí, yerba mate en su estricto sentido: ni saborizadas ni compuestas. Unas pocas esperan en un ricón de mi matera el momento de ser cebadas y degustadas. Vale la aclaración: muy lejos está mi propósito del de cualquier catador o sommelier. Soy un simple consumidor de mate amargo, tradicional o tereré. Los juicios de valor pasan por mi gusto y no por la calidad del producto.


81. Yerba brasileña, especial para tereré. Gracias, Cristian Panelli.

Aguantadora. Feo nombre para una muy buena yerba.

Ajedrez. Estacionamiento de 24 meses. De Oberá. Aunque es del mismo producctor de la yerba Taihang, que me gustó mucho, Ajedrez no me resultó tan agradable al paladar. 
 
Alhild. De Oberá, Misiones. Una rica yerba, molienda fina y poco palo. Sabor intenso pero equilibrado y agradable. 

 


Amanda. Entre las recomendables es de las más difundidas.
Amanda Premium. Edición especial de un producto probado y querido. Joyita.


Amigo matero. Elaborada con palo. Florentino Ameghino-Oberá, Misiones. Si bien no me resultó desagradable, hay algo en el paladar final que no termina de convencerme. Quizás le falte estacionamiento. Pero es cuestión de gustos, no de calidad, como hemos dicho siempre en este espacio.. Está entre las suaves.
Andresito. Poco a poco va ganando mercado.  
Amanecer campero. Barbacuá tradicional de dos años de estacionamiento. Suave, producción artesanal y familiar. Apóstoles, Misiones. Quizás una de las de sabor marcadamente barbacuá de las que he probado sin perder la esencia de yerba mate. Además, molienda media a fina. Una rica yerba, aunque no tan suave como reza la etiqueta..
  
 

Amanecer campero. Orgánica. Barbacuá canchada para tereré. Dos años de estacionamiento. Suave, producción artesanal y familiar. Apóstoles, Misiones.

Andresito. Costal de lienzo. Mi primer encuentro con la marca no me satisfizo demasiado. Años después volví a probarla -en su envase de tela, aunque la misma variedad de yerba- y me encontré con un producto realmente bueno, equilibrado, de sabor intermedio a suave. Vale.


Anna Park. Exquisita y equilibrada. De las mejores que hemos probado. Y de las de mayor precio.
Apostoleñia. Con palo, estacionamiento natural. Da curiosidad la licencia ortográfica.

Arandu. Elaborada con palo, de origen misionero (no da más precisiones). Comercializa Norte Rojo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Rica yerba para los gustosos de las suaves. Además es resistente: pava entera sin que se lave la yerba, no es cosa menor.


Arapeguá. Orgánica, de cultivo biodinámico. Me gustó mucho. 

Araí. Tradicional. Molienda fina y pareja con dos años de estacionamiento. Muy rica y apta para celíacos. Proviene de Oberá, Misiones. "Araí", en guaraní significa "nube".

Araí. Primera Molienda. Yerba canchada con poco palo. Apta para celíacos. Excelente para tereré.

Arapeguá Canchada y orgánica.

As de bastos. Rica entre las suaves. La proporción de palo atenta contra su durabilidad. Dos de Mayo, Misiones.
As de bastos., Premium. Dos de Mayo, Misiones.




As de bastos, envase de lienzo. Dos de Mayo, Misiones. Me gustó más que la versión de envase de papel, aunque no se especifican diferencias entre ambas.
Berjovena. Con palo, secanza barbacuá. Envasada en polietileno. Azara, Misiones. Aunque el packaging no la favorece, es rica de sabor y se banca sin chistar una pava de mates.

Barbacuá. La marca remite al más antiguo sistema de secado de yerba mate, aún vigente. Propietarios de viejos barbacuás se unieron en cooperativa para comercializar su propia marca. Me gustó el sabor de esta yerba misionera, marcadamente ahumado. Sin embargo dudo mucho que cumpla con el máximo de palo permitido en la mezcla con hoja. Una pena, porque atenta contra el rendimiento de la cebadura. 




Brasita de fuego.



Brazo Largo. Con palo. Elabora Nuevo Emprendimiento Yerbatero en Apóstoles, Misiones. Rica yerba, tirando a las fuertes, sin exagerar.

Broche de oro. Tradicional. De Gobernador Roca, Misiones. Me gustó. Un sabor intermedio pero sostenido. Equilibrio adecuado de hoja, palo y polvo.

Buen día. Misionera con palo.

Caá-Yari. Tradicional, con palo. Libre de gluten. Elabora Gerula S.A. en San José, Misiones. Rica yerba, suave, que evoca con su nombre a la diosa de la yerba mate en la mitología guaraní.


Caballo Negro. Misionera de Apóstoles. Sabor de mediano a suave, molienda intermedia, no será "la" yerba, pero tampoco te va a defraudar. Es de confianza. 

Camino nuevo. Premium. Con palo, libre de Gluten. Del productor de Don Leandro, en Leandro N. Alem, Misiones. Sabor suave, rica yerba.



 Campeche. Una de mis elegidas. Sin TACC.



Campos verdes. Aunque la marca me trae reminiscencias de jabón de tocador, el sabor es bien matero.

Canarias. Yerba brasileña envasada en Uruguay. No pudo conmigo. O yo con ella.
Figura aquí por ser bastante consumida en Argentina.


Casualidad. Una rica yerba de molienda muy fina. Un poco menos de palo la haría durar más, pero vale la pena probarla.


Cerro El Centinela. Sin dudas, envasada para el turista de Tandil. Misionera, de la zona de Santo Pipó. Aunque muy fina la molienda (el envase dice otra cosa), y suave, valió la pena.

Comadre. El producto está a tono con el nivel del envase.

Compadre. Y...

Cruz de Malta Selección especial. Producto premium de una marca legendaria. Vale.
Crisol. Misionera de Los Helechos. Secado barbacuá. Molienda fina y sabor muy equilibrado.

Chamamé. Libre de gluten. De Oberá. Molienda mediana, suave, rica. 
Cruz de Malta. Tal vez sea la marca más antigua en el mercado. Fueron los iniciadores del cultivo sistemático actual de ilex paraguariensis. Últimamente no era el producto que supo ser por años pero un reciente lanzamiento de la marca le hace recuperar buena parte del prestigio perdido. Hoy por hoy la produce la empresa Molinos, que también elabora la yerba Chamigo.     










Chamarra. Sistema barbacuá, buen sabor que tiende a los suaves. Produce un consorcio cooperativo de Apóstoles, Misiones.

Chamigo. Para paladaras sin exigencias. Elabora Molinos.
Cuarto de milla. Corpus, Misiones. Por alguna razón que desconozco no esperaba mucho de esta yerba. Sin embargo me encontré con un buen producto, de sabor medio a suave y una molienda pareja, al igual que la proporción hoja-palo-polvo.
Cuatro caminos. Orgánica. De Los Helechos. Una muy rica yerba, de sabor medio para arriba, sin llegar a ser fuerte.
Curumay. De Molinos La Misión. Misiones. Equilibrio entre hoja, palo y polvo. El resultado es un sabor medio, muy agradable, y buen rendimiento de la cebadura. Para tener en cuenta.
de las Misiones. Sin tacc. Una yerba suave. Y aunque a simple vista parece haber astillas de palo por demás, resiste tranquilamente cebada tras cebada.





Del Nor lienzo. Saborcito ahumado, pa' los gustosos. Gracias, Rubén Milano.

Don Basilio. Tradicional. Con palo, libre de gluten. Oberá, Misiones. Yerba de sabor suave, molienda media, buena proporción de sus componentes. Al igual que la variedad Espcial, es una biena opción para el matero tradicional porque no lo va a defraudar.

Del Nor.
Don Basilio. Selección especial. Con palo, libre de gluten. Oberá, Misiones. Yerba de sabor suave, molienda media, buena proporción de sus componentes. Está buena para el matero tradicional porque no lo va a defraudar.